Desventajas de la subcontratación: ¿por qué no es recomendable para todas las empresas?

La subcontratación o el outsourcing de servicios es una práctica que de un tiempo a esta parte han empezado a utilizar muchas empresas. No obstante, no siempre es la mejor opción que existe, por mucho que nos aporte flexibilidad en nuestras plantillas o facilidad para la administración de los recursos. Por eso, vamos a ver por qué la subcontratación no es recomendable para todas las empresas.

Una de los principales motivos para utilizar la subcontratación es la flexibilidad que nos aporta. Contratamos unos servicios en los que nos podemos dar de baja si cambian determinadas premisas o dejamos de necesitarlos. Esto siempre que el contrato o acuerdo de servicio incluya estas premisas. En muchos casos dejar estas empresas que nos prestan los servicios a través del outsourcing también incluye alguna penalización o compensación. Aquí tenemos que ser conscientes y revisar bien la letra pequeña de todo los contratos.

Cuestión diferente y si subcontratamos trabajos concretos que necesitamos, como podría ser llevar a cabo una campaña de marketing online, la adaptación de nuestra web a la navegación móvil, etc. Se trataría de trabajos puntuales, más que una rutina concreta en nuestro modelo de trabajo. En otros casos la subcontratación lo que nos permite es acceder a trabajadores con una cualificación que no podríamos tener integrados en nuestra plantilla. Subcontratamos un trabajo con otra empresa especializada en un tema concreto, donde nosotros no podemos llegar.

Desventajas de la subcontratación

Pero lo cierto es que una vez ejecutado este trabajo, toda la experiencia y conocimientos adquiridos durante el mismo queda fuera de nuestra empresas y no podemos aprovecharlo si dentro de cuatro meses tenemos que realizar un trabajo similar. Esto hace que tengamos que acudir periódicamente a trabajar con empresas externas o freelances para diferentes aspectos. Por otro lado, tampoco podemos cambiar constantemente de empresas, dado que para realizar cualquier trabajo, una externa necesitará cierto conocimiento de nuestra organización, de su forma de trabajar, etc. por lo que al final son horas que también tenemos que pagar o tiempo que les tenemos que dedicar y muchas veces no tenemos.

Por otro lado tenemos que acotar correctamente los trabajos presupuestados, ya que muchas veces existen flecos o cuestiones que acaban por inflar mucho el presupuesto sobre lo que tenemos previsto inicialmente. Este aspecto suele dar lugar a malos entendidos de forma bastante habitual. Además siempre que recurrimos a la subcontratación perdemos en cierta manera el control sobre el proyecto.

Por último un aspecto que no hay que dejar pasar por alto son las clausulas de confidencialidad y la dependencia de terceras empresas. Parte de nuestros datos y de nuestra estrategia de negocio van a quedar expuestas a otras empresas, que muchas veces también trabajan para la competencia. Aquí hay que ser muy cautelosos a la hora de ver con quién nos estamos aliando, contrastar su reputación y obtener toda la información posible sobre su forma de trabajar.

Por último en muchos casos el motivo de contratar una empresa externa es contar con expertos en una materia concreta, pero lo cierto es que luego el que ejecuta el trabajo es personal menos cualificado, que no es exactamente lo que nosotros necesitamos. Este es un tema siempre espinoso, ya que la supervisión por los expertos puede ser más o menos laxa y al final los resultados que nosotros necesitamos no se obtienen o se dedican muchas más horas de las contratadas.

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