La estructura de tu empresa familiar, a examen

Una empresa familiar es un ente que suele regirse por normas algo diferentes a las que habitualmente se encuentran en otras organizaciones, por la relación personal existente entre algunos de sus miembros directivos, entre otras cuestiones. Para garantizar el buen funcionamiento de estas instituciones es importante analizar su estructura, la distribución de tareas y los roles de liderazgo ¿La familia está resultando un lastre? ¿Existen liderazgos contrapuestos? ¿Se están controlando las funciones directivas? ¿Meritocracia o «dedocracia»?

Una estructura acordada

Sería un gran error establecer la estructura empresarial en base a la improvisación, por lo que en el caso de las familias es aún más vital establece acuerdos en diversas materias:

  • Creación de un protocolo familiar claro y debatido, respecto al funcionamiento general de la organización
  • Definición de responsabilidades, organigrama y reparto de tareas
  • Formación o experiencia necesaria para acceder a determinados puestos estratégicos
  • Marcar diferencias entre la economía empresarial y familiar
  • Estructura jurídica y bases de las relaciones laborales
  • Establecer fronteras entre la relación laboral y personal

Si tienes una empresa familiar, sería recomendable meditar sobre si estamos teniendo en cuenta estos puntos y si los mismos se han adaptado a las necesidades actuales de la organización, así como si se está aplicando a la entrada de nuevos miembros de la familia. Creando una estructura de base, se pueden ir resolviendo ciertas claves de relevo generacional. Los grandes conflictos surgen cuando no existe una estructura clara, pues los liderazgos pueden chocar al tratar de destacar. No es algo demasiado diferente a lo que puede pasar en cualquier diferencia, excepto por el trasfondo personal del asunto: todo trabajador debería saber lo que se espera de su trabajo y cuáles son sus funciones. Igualmente, en una empresa familiar compuesta por muchos hermanos, podría surgir el fantasma del «favoritismo», cuando no se utiliza un método objetivo para premiar el trabajo o para designar los puestos y responsabilidades. Caer en esta mala práctica lastraría el rendimiento grupal y tendría un efecto pernicioso sobre la motivación.

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