Sobre la no siempre fácil tarea de incorporar gente joven al campo

Para ser empresario agrario lo primero que hay que tener es acceso a la tierra, es decir, fincas donde producir, las cuales se pueden conseguir mediante compra o arriendo. Posteriormente, hace falta llevar a cabo una considerable inversión y financiación para contar con las herramientas (maquinaria) o infraestructuras (granjas, regadío, etc) necesarias.

Asimismo, una explotación agraria no suele empezar a ser rentable hasta dos o tres años después de iniciar su actividad (siempre que la cosecha y los mercados vayan bien), por lo que es imprescindible contar con un plan de negocio y disponer de una mínima capacidad empresarial.

En este sentido, quienes conocen el sector agroalimentario recomiendan que quien se inicie en esta profesión, que lo haga con la idea de quedarse, ya que ser agricultor es ser empresario, y antes de ponerse a producir hay que hacer muy bien los números para saber qué voy a hacer, qué inversión preciso, dónde lo voy a vender y qué rentabilidad voy a obtener a medio y largo plazo.

Perfil de joven agricultor

La crisis económica de los últimos años ha evidenciado que uno de los sectores que menos se ha visto afectado ha sido el agroalimentario. Por ello, muchos jóvenes —y algunos de los que lo abandonaron porque la industria y la construcción eran más rentables en su momento— lo han vuelto a ver como una buena opción laboral.

El joven que decide trabajar en el campo suele cumplir alguno de estos perfiles: viene de familia de agricultores y reconoce que tiene una clara vocación; tenía relación familiar con el sector agrario pero la mala situación económica ha hecho que viera el agro como solución a la crisis; y en tercer lugar, el que no tenía ningún vínculo con el sector pero se plantea su opción laboral como una nueva forma de vida y apuesta por la agroecología y los productos biológicos.

Para orientar, dar información, resolver dudas y no crear falsas expectativas en este sector, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos, COAG, junto a Organización No Gubernamental de Cooperación al Desarrollo, Mundubat han abierto este año la web www.quieroseragricultor.org.

En este espacio también se puede encontrar todos los procesos formativos a los que puede acceder quien quiera inciarse como profesional agrario, que son muchos y muy diferentes.

Formación necesaria

Tradicionalmente se consideraba que para ser agricultor o ganadero lo mejor era aprender el oficio a través de los padres. Sin embargo, en las últimas décadas, cada vez son más los estudiantes que han terminado ingeniería agrícola o agrónoma quienes deciden retomar las explotaciones agrarias familiares para darles una visión renovada y más actual.

En la mayoría de los casos, dichas explotaciones cambian y aumentan su dimensión, por dos factores: principalmente, para ser más rentables y competitivas, y segundo, porque las innovaciones de las últimas décadas en maquinaria, riego, fertilizantes o fitosanitarios permiten abarcar una mayor extensión o un mayor número de cabezas de ganado.

Sin embargo, paradójicamente, para instalarse como joven agricultor y solicitar las ayudas europeas recibidas al inicio no es necesario ser ingeniero o tener el título de Formación Profesional agraria. Para la administración es suficiente poseer el de Curso de Incorporación a la Empresa Agraria (de 100 ó 150 horas, según comunidades autónomas), presentar un plan empresarial que garantice trabajo para una UTA anual, comprometerse a seguir en la actividad durante cinco años y cumplir las normas de condicionalidad.

Este requisito contrasta con lo que ocurre en otros estados de la Unión Europea como Francia, Alemania, Suecia, Dinamarca o Finlandia, donde para instalarse como joven agricultor se precisan entre tres y cuatro años de estudios teóricos y prácticas.

No en vano, en algunos países europeos la profesión de agricultor o ganadero es decisiva, puesto que son los productores de alimentos que el resto de ciudadanos necesitamos para alimentarnos, al menos, tres veces al día.

Por ello, y al igual que ocurre en el resto de profesiones, además de la formación inicial se recomienda la formación continúa para estar al día en herramientas, nuevos sistemas de producción y cultivos, mercados, etc.

Necesidad de relevo generacional

Al mismo tiempo que en España se ha dado un regreso al campo, es evidente que el sector agrario español (y también el europeo) precisan de un relevo generacional. En nuestro país el 63,4% de los perceptores de las ayudas directas de la PAC poseen más de 55 años, frente al 3,4% que tienen menos de 35 años.

Algo similar ocurre en el resto de la Unión Europea, donde la edad media del agricultor está entre 50 y 60 años.

Para muchos, el principal escollo para que el sector agrario reciba a más jóvenes es la escasa rentabilidad de las explotaciones agrarias. Esto es algo que conocen bien desde el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, y por ello, su titular, Isabel García Tejerina, viene anunciando que su cartera está trabajando para conseguir la incorporación de 15.000 jóvenes agricultores en los próximos años.

Para incentivarlos, la ministra asegura que el Gobierno de España ha puesto en marcha un conjunto de actuaciones que ofrecen ventajas económicas, financieras y fiscales a los jóvenes que decidan apostar por la actividad agraria.

Formación, mentalidad empresarial y, sobre todo vocación profesional. Este último requisito es el que más destacan los jóvenes agricultores quienes aseguran que viven del campo porque realmente es lo que les gusta y eso es lo que les da fuerza a la hora de hacer frente a años buenos y ejercicios donde los beneficios apenas dan para cubrir los costes.

Imagen I iStock

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