Símbolos de status empresarial

Los símbolos de estatus en la empresa son parte de la forma de gestionar que predominaba en el pasado. Se usaban distintos signos visibles para diferenciar a las personas con cargos importantes o con poder y así distinguirlos de las que estaban a menor altura en el organigrama. Como en la época feudal, las pieles más vistosas, para los que mandan y el resto que se apañe como pueda.

Ejemplos de símbolos de estatus que tu empresa debería erradicar

Horarios sin control

No respetar el horario es uno de los símbolos clásicos de personas que piensan que su estatus es el de estar por encima del resto. Por ejemplo, llegar a las 10 y marcharse a la hora que haga falta, unos días a las 16:00 y otros a las 20:00, no es sinónimo de que se trabaja mejor o de que se tiene más poder en la empresa, sino de caos transmitido al resto de la organización.

Si al jefe le gusta llegar bien dormido y desayunado y echarse una siesta después de comer en su casa, para volver al centro de trabajo a las 17:00, los trabajadores no deberían pagar su desorden y su falta de interés por, entre otras cosas, la conciliación de la vida personal y familiar.

Salarios desmesurados

El salario es uno de los principales signos de estátus que muchas empresas aplican para diferenciar a los que forman parte de “la élite”, de los que son el núcleo de “hormigas trabajadoras”. Si los salarios no se fijan de acuerdo a criterios de aportación de valor al cliente, de calidad del trabajo y de la suma para el conjunto de la organización, se corre el riesgo de que tarde o temprano trasciendan y la rumorología se encargue de generar un malestar generalizado entre los trabajadores.

Si a una persona se le paga más por ser “enchufado”, mal lo tiene la empresa si esa situación acaba por conocerse. ¿Qué pensarán el resto de trabajadores? Seguro que nada bueno.

Despacho, plaza de aparcamiento y teléfono móvil

Los símbolos de estátus visibles y materiales son los que más suelen gustar a los fans de este tipo de prebendas en la empresa. ¡Qué se vea bien! El despacho, cuanto más grande, mejor; la plaza de aparcamiento, cuanto más cerca de la del jefe, mejor; el teléfono móvil, cuanto más “último modelo” y más cosas haga para fardar delante del resto de trabajadores, mejor.

Y así se puede seguir con todo aquel privilegio que se le pueda ocurrir a la empresa o al trabajador. Que los hay curiosos y desde luego abusivos si se para a pensar lo que le cuesta a otros empleados subir de categoría para mejorar sus condiciones un pequeño tanto por ciento.

Empleado interno versus externo

Otra manera de provocar diferencias en la empresa es la política de contratación. Por ejemplo, en aquellas en las que se utiliza la subcontratación como arma de destrucción masiva de los derechos laborales. El hecho de subcontratar está muy bien en algunos casos, pero cuando se emplea para formar clases en la empresa, la cosa no va bien.

Por ejemplo, cuando existen muchos empleados externos, es decir, subcontratados a terceras empresas, en proyectos indefinidos (cesión ilegal de trabajadores) y suceden cosas como: que al empleado interno se le paga la comida, al externo no; al empleado interno le doy parking y al externo no; hay diferencias importantes de convenio; al interno le tocan beneficios sociales y al externo no.

Vestir de traje o de casual

La vestimenta es uno de los símbolos de estatus que más se usan en las empresas. Cuando eres becario o novatillo, resulta que lo normal es ir de casual. Los que aún tienen parte de su juventud por dentro te dicen que te envidian por no llevar corbata, mientras que otros, los que opinan que el traje es un símbolo de estatus que les diferencia y les hace estar por encima de ti, ni te miran.

La vestimenta en el trabajo debería cambiar para ser más práctica y evitar que una oficina pueda confundirse con una sala en la que se celebra un banquete de boda o un bautizo. Trabajar de traje y corbata puede estar justificado en algunos centros de trabajo, pero no en la mayoría, sobre todo en época de verano cuando lo que provoca esta ropa es una molestia al trabajador y, por tanto, una menor eficiencia en su puesto de trabajo.

Llámese traje, o ropa de seguridad, ya que parece que en los talleres, sólo llevan la ropa de seguridad los currantes y los jefes están exentos de accidentes. En este caso, el ser jefe es motivo suficiente como para dar ejemplo y sufrir como el que más los rigores de la ropa de trabajo y de seguridad.

La meritocracia como base para premiar a los trabajadores

Los símbolos de estatus no se deben confundir con los premios que algunas empresas conceden por el trabajo bien hecho. Premiar a los trabajadores está muy bien, pero hay que hacerlo de forma justa y coherente. Los premios hay que ganárselos y esto debe ser parte de la cultura de la empresa.

Por tanto, no todo vale para justificar una prebenda y darle a alguien lo que no se merece. Aunque sea algo material y no un salario mayor. Casi siempre resulta mejor repartir entre “los currantes” lo que le cuesta a la empresa en rentings colmar el ansia de “los de arriba” de disponer del último modelo de coche, o cambiar de móvil cada año, o tener flores frescas en el despacho cada día.

Pero hay quien no lo ve y prefiere seguir pensando que la empresa es suya y que lo mejor es seguir gobernándola como un señor feudal. Como en Juego de Tronos o en la Corte del Rey Arturo.

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